En un contexto donde el debate sobre el modelo de desarrollo sostenible se intensifica en Canarias, el macizo de Anaga, compartido por Santa Cruz de Tenerife, La Laguna y Tegueste, emerge como un caso emblemático del llamado "éxito fatal" del turismo. Este área, reconocida como una de las reservas de la biosfera más importantes de Europa por su rica laurisilva y monteverde, ha alcanzado un punto de saturación que pone en riesgo su estabilidad ecológica y la calidad de vida de sus habitantes.
El macizo de Anaga no es solo un refugio de biodiversidad, sino también un hogar para numerosos caseríos y playas que atraen a una cantidad considerable de visitantes cada fin de semana. Este flujo constante ha provocado que los residentes locales y las autoridades enfrenten desafíos significativos relacionados con el tráfico, la basura y las acampadas ilegales, elementos que se han convertido en una constante preocupación para la comunidad.
El Impacto del Turismo en Anaga en Canarias
Los fines de semana en Anaga, los estacionamientos están desbordados con coches, guaguas turísticas y autocaravanas. Las colas para acceder a áreas como Taganana y las playas del Roque de Las Bodegas o Benijo son frecuentes, aumentando la frustración entre los residentes. Además, la capacidad de los restaurantes locales se ve superada, obligando a muchos visitantes a reservar con antelación para poder disfrutar de la gastronomía local.
Uno de los residentes más afectados por esta situación es Doña Juana, conocida cariñosamente como Guaita, quien a sus 65 años administra el bar Álvaro en Chamorga, el caserío más cercano al histórico faro de Anaga. Con más de tres décadas al frente de este establecimiento, Doña Juana ha visto cómo el incremento del turismo ha transformado radicalmente la dinámica de este remoto rincón de la isla.
Voces Locales y Desafíos Cotidianos
Doña Juana describe un cambio notable en la afluencia de visitantes tras la pandemia, con un incremento notable de turistas extranjeros y de otras partes de España. "Esto ha crecido como nunca y cada vez vienen más visitantes", señala, subrayando que la infraestructura actual es insuficiente para manejar el aumento de tráfico y la basura generada por los turistas. Además, menciona la necesidad de más vigilancia policial y servicios básicos para manejar el riesgo de incendios y otros problemas de seguridad.
La situación se agrava por la baja frecuencia de los servicios de guagua y la falta de infraestructura adecuada para gestionar el volumen de visitantes. "En Chamorga, estamos aislados; se tarda una hora hasta San Andrés y Las Teresitas, y la guagua tiene muy poca frecuencia", explica Doña Juana, quien además destaca la ausencia de internet como un factor disuasorio para algunos turistas que buscan estar conectados.
El Rol de la Comunidad y el Futuro de Anaga en Canarias
Doña Juana, junto a otros residentes, ha tenido que tomar medidas por su cuenta para organizar el tráfico y la gestión de emergencias, utilizando incluso una emisora para comunicarse ante la falta de cobertura móvil en la zona. "A veces, me pregunto cómo aguanto tanto", confiesa, haciendo eco de un sentimiento común entre los habitantes de Anaga que se sienten abandonados por las autoridades en cuanto a la gestión turística y ambiental situación que le sucede de igual manera al turismo en El Teide.
La situación en Anaga es un claro ejemplo de cómo la masificación turística puede tener efectos perversos en parajes naturales de gran valor ecológico y cultural. El debate sobre el modelo de desarrollo en Canarias se hace cada vez más pertinente, buscando un equilibrio que permita disfrutar y preservar estos espacios sin comprometer su integridad o la calidad de vida de sus habitantes. La comunidad de Anaga, junto con las autoridades locales y regionales, enfrenta el desafío de redefinir las prácticas turísticas para asegurar un futuro sostenible para esta preciosa reserva de la biosfera.