“El dolor crónico es en sí mismo una enfermedad, no solo un síntoma y requiere un abordaje especializado y personalizado con el fin de eliminarlo y devolver al paciente la calidad de vida y funcional”, afirma el especialista en Anestesiología y Reanimación de la Unidad del Dolor de Hospital Parque Andrés García Londoño.
Con motivo de la celebración, el próximo viernes, del Día Mundial contra el Dolor, explica que el dolor crónico limita la movilidad, genera insomnio, depresión y aislamiento social. Además, su presencia está asociada a un retraso en la recuperación de lesiones o cirugías. Todo ello, apunta, hace que pueda llegar a ser invalidante, impidiendo que el paciente lleve una vida activa, por lo que resulta fundamental tratarlo a tiempo.
Señala que la atención especializada es necesaria en aquellos casos en los que el dolor por una lesión o enfermedad se prolonga por espacio de más de tres meses y no mejora con los tratamientos habituales, al igual que cuando limita la vida diaria, el sueño, el estado de ánimo o la movilidad.
Las patologías más frecuentes se centran en dolor lumbar o cervical crónicos, por artrosis o problemas articulares, neuropatías, fibromialgia, así como tras cirugías y en procesos oncológicos.
Andrés García Londoño destaca que el tratamiento del dolor requiere un abordaje multidisciplinar, al requerir un enfoque global que incluya desde el tratamiento farmacológico e intervencionista a la terapia psicológica y la fisioterapia.
En este sentido, la Unidad del Dolor de Hospital Parque cuenta con médicos anestesiólogos especializados en técnicas intervencionistas, rehabilitadores y fisioterapeutas, psicólogos especializados en dolor, médicos de familia y especialistas en reumatología, neurología y oncología, así como personal de enfermería entrenado en el cuidado del paciente con dolor.
Explica que el abordaje del dolor se inicia con una valoración completa del paciente a través de la historia clínica, la exploración física y la revisión de pruebas previas, siendo necesario en algunos casos estudios adicionales.
El tratamiento se establece de forma individualizada para cada paciente en función de las causas e incluyen desde medicación específica, hasta otras técnicas, como bloqueos nerviosos e infiltraciones para actuar temporalmente en los nervios que transmiten dolor.
Asimismo, se recurre a la radiofrecuencia, mediante la quema controlada o modulación de nervios dolorosos. A esto se suma también la neuromodulación, a través de sistemas de última generación que bloquean la señal del dolor en la médula espinal o la aplicación de terapias biológicas como plasma rico en plaquetas.
El tratamiento incluye también la rehabilitación y la fisioterapia para recuperar el movimiento y la fuerza muscular, además de psicoterapia para facilitar al paciente herramientas con las que pueda afrontar el dolor y reducir su impacto en la vida diaria.
García Londoño apunta que algunos tratamientos producen un alivio durante semanas o meses, mientras que otros requieren un seguimiento a largo plazo para mantener resultados. En este sentido, insiste en que, aunque en la mayoría de los casos el dolor no se elimina por completo, puede controlarse para que la persona recupere su autonomía.