Una de las principales características de estas nuevas subvariantes es su mayor transmisibilidad respecto a cepas anteriores, ya que algunos estudios apuntan a que son, al menos, un 10% superior, y otros indican que podría situarse hasta en un 30% más. De hecho, el aumento observado desde el organismo europeo en la tasa de crecimiento de este sublinaje se debe, principalmente, a su escape inmunitario.
Respecto a sus síntomas, los más habituales incluyen tos, dolor de cabeza, fatiga, diarrea, congestión nasal, fiebre, malestar muscular, disnea y pérdida de olfato o gusto, muy similares al resto de variantes. No obstante, las únicas particularidades que presenta son la pérdida de apetito, de afonía y las taquicardias.
Esta nueva variante, caracterizada por su rápido crecimiento, ha pasado a denominarse popularmente y a viralizarse en redes sociales desde Alemania como ‘perro del infierno’, debido a su rápida transmisión y mayor capacidad de contagio.
Este nombre hace alusión a Cancerbero, que en la mitología griega era el perro del dios Hades que tenía de tres a cincuenta cabezas y que protegía las puertas del infierno como guardián para que los muertos no salieran y los vivos no pudieran entrar. De ahí su relación metafórica con la nueva variante de la que, según temen los expertos, es difícil escapar.